Podemos definir la conciencia emocional como la capacidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las emociones de los demás, incluyendo la habilidad para captar el clima emocional de un contexto determinado. Dentro de este bloque se pueden especificar una serie de aspectos como los siguientes.
Toma de conciencia de las propias emociones. Contempla la posibilidad de experimentar emociones múltiples y de reconocer la incapacidad de tomar consciencia de los propios sentimientos debido a inatención selectiva o dinámicas inconscientes. Dar nombre a las emociones.
Comprensión de las emociones de los demás. Incluye la pericia de servirse de las claves situacionales y expresivas comunicación verbal y no verbal que tienen un cierto grado de consenso cultural para el significado emocional.
Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento. Emoción, cognición y comportamiento están en interacción continua, de tal forma que resulta difícil discernir que es primero. Muchas veces pensamos y nos comportamos en función del estado emocional. Según Lazarus la reacción emocional enseña mucho sobre aquellos aspectos que para la persona son relevantes: cómo se relaciona con el mundo, cómo interpreta las situaciones y cómo se enfrenta a los peligros y retos.
Para aclarar esto Cornelius presenta un esquema que reproduce las ideas de Lazarus en torno al tema relacional nuclear de cada emoción:. Cornelius, , p.
Las posturas cognitivo-evaluativas presentadas hasta ahora nos muestran cómo en el ser humano las emociones pueden darse como efecto de interpretaciones complejas sobre los acontecimientos.
A pesar de que en la teoría de Lazarus se sugieren niveles de complejización de las emociones y variadas formas de entender lo cognitivo, no es lo suficientemente explícita sobre estos puntos. Es necesario extendernos algo más sobre algunos conceptos centrales para ofrecer una mejor clasificación de las emociones y de esta manera cuestionar la dicotomía razón-emoción, y ofrecer nuevos marcos para entender el comportamiento moral.
Las siguientes líneas intentan abordar estas vías. Elementos adicionales para una teoría cognitiva de las emociones. Las teorías cognitivas presuponen que las emociones se basan en juicios sobre situaciones, personas o estados de cosas, y estos juicios pueden ser correctos o incorrectos, superficiales, erróneos o ilusorios.
Para la mayoría de las emociones, si no en todas, la emoción que aflorará en una persona depende del modo como esta vea el objeto que ha aprehendido o crea que ha aprehendido. Tal es el caso de una dama que camina en la noche por un camino solitario y oscuro, y de repente ve venir una sombra hacia ella y siente un profundo terror porque ve el objeto, esa figura en la penumbra, como un peligro, como algo dañino; pero si la interpretación de la situación cambia, cambia su emoción.
Si en este mismo caso la mujer observa que la persona en el camino es una persona conocida, o un vecino muy amable, su juicio y su emoción se transforman de manera notable Lyons, Ahora bien, hay ciertas emociones como el amor o el odio, en donde no parece que exista una norma objetiva acerca de lo que debe considerarse como una evaluación aceptable o racional, o gracias a la cual uno esté en condiciones de predecir qué tipo de propiedades son elegidas y evaluadas por la persona en el objeto intencional de su emoción.
No podemos predecir de qué tipo de persona otro se enamorará, ni que juicios acompañaran esa elección. De igual manera en estas teorías cognitivas se contemplan los objetos ilusorios y una serie de creencias que consideraríamos irracionales, por ejemplo, alguien puede sentir aprecio, o amor por alguien simplemente porque descubre que comparten creencias, o gustos particulares; también puede convertir su admiración, o simpatía, en desprecio si la persona objeto de la emoción asume una orientación política diferente que produzca en el sujeto total repulsión.
En este mismo sentido, algún ícono, o personaje del pasado, o de una novela de ficción, puede generar emociones extremas y generar en un sujeto pasiones que perduran en el tiempo.
En estos casos se evidencia que lo cognitivo no necesariamente se debe asociar a lo racional, a la capacidad para seguir reglas lógicas, ni a juicios lógicos, ni a procesos de fácil entendimiento o socialmente compartidos.
Con estos nuevos elementos, necesariamente tenemos que ampliar nuestra comprensión de lo cognitivo. Lo cognitivo, según los elementos expuestos hasta ahora, refiere a procesos de interpretación y de valoración de la información, y esto incluye creencias o percepciones que el sujeto no pueda explicitar, pero vamos por partes.
Concentrémonos, por ahora, en ampliar las ideas sobre las creencias y su relación con lo cognitivo y lo emocional, para posteriormente contemplar otros componentes de la categoría de la cognición; en la clarificación sobre este aspecto cognitivo insistiremos en cuestionar la idea estrecha que asocia cognitivo a formulaciones explícitas, racionales o de niveles de abstracción elevados.
Bajo la categoría de creencias encontramos diferentes formas de pensamiento: convicciones, dudas, suposiciones, especulaciones, conjeturas, sobre las cuales está fundada una emoción.
Camila está enojada con el profesor porque cree que tiene preferencias con otros alumnos, mientras es muy distante y severo con ella; por consiguiente, la emoción de enojo o resentimiento va de la mano con creencias reconocidas sobre el trato injusto, así sucederá con otras emociones como la tristeza, la indignación o el asco.
En ese orden de ideas, algunos teóricos cognitivos sostienen que cada tipo de emoción está basada en un tipo particular de pensamiento.
Tener una emoción es, en parte, que el mundo parezca estar en cierta forma: el mundo aparece a los ojos de Camila de cierto modo, en su caso bajo la forma de acciones de injusticia o desigualdad; a los ojos del celoso, el ser amado aparece como un sujeto que desea traicionar su amor Elster, Ahora bien, para Calhoun y Solomon , la creencia, que tiene que ver con la emoción, no necesita estar siempre presente, esta puede estar latente desde un pasado próximo o remoto y puede activarse ante la presencia de un objeto intencional, o ante eventos asociados al mismo; de igual manera, para los mismos autores las creencias no son componentes de un sistema unificado y consistente, más bien son opuestas, pueden convivir en un mismo sujeto y manifestarse de maneras variables y muchas veces contradictorias.
Juan puede tener recelos contra el candidato presidencial demócrata y sentir enojo frente a sus declaraciones, pero a la vez, puede pensar que sus ideas no son del todo erróneas, se trata de una tensión no resuelta en donde incluso puede haber factores del pasado que afectan la creencia presente, por ejemplo: Juan puede tener en su sistema de creencias el recuerdo de su padre que era un demócrata consumado y participaba activamente en la militancia de su partido político.
Esta imagen de la infancia de Juan puede cruzarse con su creencia presente que lo lleva a enojarse con el candidato actual. Las experiencias del pasado pueden expresarse de manera explícita, o simplemente actuar como intuiciones en la sombra que el sujeto no puede identificar.
Estas experiencias se pueden convertir en creencias que operan en un trasfondo frente a las creencias que adquirimos en la edad madura, pero de cuando en cuando emergen del pasado para afectar el presente Deigh, De igual manera creencias constituidas en un tiempo cercano al presente pueden generar algunos conflictos y oposiciones y pueden ser accesibles o no a la consciencia del sujeto.
A veces nuestras creencias son confirmadas por nuestra propia experiencia, veamos: considero que la avenida Caracas en Bogotá es muy congestionada y da temor manejar por allí, pues siempre hay sobresaltos por los buses o exceso de carros que se atraviesan.
Esta creencia puede ser experimentada inmediatamente asomándonos a la avenida, pero sucede también que nuestras creencias son producto de inferencias que sacamos apresuradamente de una información superficial, otro caso sería el siguiente: un amigo nos contó que la avenida central de su ciudad es temible para manejar y peligrosa para transitar a pie por los delincuentes, y nosotros asumimos está información de manera rápida como cierta, sin ningún contraste con la experiencia, sino sobre la base de la creencia de nuestro amigo, o la confianza que en él tenemos.
Se trata de una creencia débil fundamentada en la autoridad dudosa de otra persona. La creencia defectuosa se da, por consiguiente, cuando tenemos una información tan solo intelectual y no basada en evidencias Goldie, ; Nussbaum, Pero incluso las creencias pueden resistirse a todo tipo de evidencias por múltiples razones: un sujeto puede mantener una creencia a pesar de las continuas evidencias que la pondrían en cuestión.
Viktor Frankl , , , ejemplificó esto de múltiples maneras en sus vivencias en un campo de concentración nazi, así, un caso bastante llamativo es el de un sujeto que había soñado y había establecido con total certeza que en una determinada fecha iba a ser liberado del campo de concentración por los aliados; esa creencia mantuvo al sujeto con vida, y con un estado de paz y de tranquilidad durante varios meses a pesar de unas condiciones de salud deplorables, pero llegado el día esperado que resultó ser unas semanas antes de que en verdad los aliados se tomaran el campo de concentración el sujeto murió.
Efectivamente el día de su imaginaria liberación sí fue el día de su partida definitiva de este mundo, de esta forma se dio cumplimiento a aquello que por muchos días fue el objeto de su pensamiento. Frankl reporta cómo los sujetos que pudieron mantenerse con vida creaban una serie de creencias que ayudaban a sus estados emocionales, así, la mayoría sostenía la idea de la supervivencia de su esposa, o de un pariente cercano, a pesar de todas las evidencias en su contra; esta creencia, además de generar emociones positivas y una esperanza para el sujeto, se asociaba a un fortalecimiento del amor por la persona imaginada y a sentimientos de responsabilidad por asegurarle un mejor futuro.
El mismo Frankl reporta como su creencia en Dios le permitió sobrevivir y resistirse a esas facetas de inhumanidad que emergían en la mayoría de los reclusos, según veía; Frankl y los sujetos que describe en sus textos, incluso podían formular de manera explícita que sus creencias podían ser falsas, pero que gracias a ese amor, o a esa creencia que avivaba el amor, era que podían mantener un estado emocional estable y podían soportar todas las situaciones de ira, indignación y desesperanza.
Las creencias podían referirse a una persona específica, a un Dios, o a ciertas demandas morales que implicaban las responsabilidades de los sujetos y las maneras en cómo estos percibían a sus semejantes. Ya Aristóteles en la época antigua había advertido en su Retórica esta relación entre creencias y emociones, verbigracia, si había que generar enojo en el auditorio, nos dice el estagirita, era indispensable que el orador convenciera a su audiencia de que los persas habían perjudicado gravemente a los griegos y que habían realizado todas sus acciones con plena voluntad y deseo de daño, es decir, Aristóteles ya comprendía que lo que caracteriza a muchas emociones es una fuerte creencia moral sobre cómo deben comportarse los demás, tal es el caso de su análisis de la cólera: en esta emoción encontramos creencias morales que dicen que son malos el desprecio, el despecho y la insolencia y también creencias sobre nuestro rango social y sobre cómo deben ser tratados los individuos.
De esta forma cualquier cambio en la complejidad de las creencias puede producir un cambio en las emociones de un sujeto o de todo un auditorio Aristóteles, Retórica, ª , pp. El asunto en sí mismo no es tan grave a no ser por el fenómeno que la filósofa denomina repugnancia proyectiva y subordinación de grupos, así como llegamos a tener creencias sobre ciertos objetos contaminantes, repulsivos y asquerosos, esta creencia puede ser extendida a personas individuales o grupos enteros de personas generando procesos de exclusión y aversión social Nussbaum, Las creencias pueden generar prejuicios y conductas con enormes implicaciones morales porque menoscaban la dignidad de miles de personas débiles y refuerzan las jerarquías de clase, raza y género.
En continuidad con esta visión de las creencias asociadas a la emoción, Deigh en la misma línea cognitiva de Solomon b propone la idea según la cual las emociones son juicios normativos y con frecuencia morales. Si yo estoy enojado con Daniel porque ha robado mi computador, es porque de alguna forma considero que Daniel me ha causado un daño, o ha cometido un ilícito; si no juzgara la situación así, entonces no tendría por qué enojarme.
En el juicio estoy aprehendiendo una propiedad que atribuyo al objeto intencional, en este caso la idea de daño o perjuicio ocasionado voluntariamente por Daniel y su mala acción de robar el computador. Si hemos afirmado que las emociones están vinculadas a creencias y juicios, entonces surge la posibilidad de la responsabilidad por nuestras emociones; si las emociones son juicios y se pueden debilitar o transformar por la introducción de otras creencias y otros juicios, es evidente que somos en buena parte responsables de ellas.
El juicio es por tanto algo que yo hago, y las emociones que de ellos se derivan también son un tipo de acción sobre el mundo, siendo esto así, una persona puede elegir sus emociones en vez de ser víctima de ellas, las emociones son elecciones y responsabilidad nuestra. Nuestras emociones cambian con nuestro conocimiento de las causas de esos estados emocionales, por consiguiente, si comprendo que Daniel no robó mi computador, sino que lo está utilizando para un trabajo que se le presentó de manera urgente, puedo quitarle fuerza a mi enojo y abandonarlo.
Es una propuesta que no deja de tener sus problemas y detractores, pero resulta muy sugestiva para nuestro proceso argumental. Podemos obligarnos a nosotros mismos a la autorreflexión, a juzgar las causas y propósitos de nuestras emociones, y también a hacer el juicio de que estamos todo el tiempo eligiendo nuestras emociones, lo cual tendrá el efecto de debilitarlas Deigh, Comprensiones de lo cognitivo.
Después de todo lo expuesto, podemos ir sacando algunas ideas en limpio para seguir avanzando en nuestra argumentación, en consecuencia, lo primero que tenemos que resaltar es que lo cognitivo puede asumir muchas formas; en efecto, lo cognitivo puede contener creencias incoherentes y no racionales, también ilusiones o prejuicios que expresan las valoraciones y las maneras en como los sujetos perciben e interpretan su mundo.
La idea de asociar lo cognitivo a cadenas deductivas lógicas, a cálculos de medios y fines explícitos, o a formas de razonamiento de elevadas abstracciones es solo parte de visiones antiguas, es por ello que, si dentro de lo cognitivo se incluyen formas de conocimiento irracionales, o no esperadas por criterios colectivos de evaluación, no creemos adecuado mantener el vínculo de lo irracionalracional para identificar el par emoción-cognición.
Pero si bien hemos hecho énfasis en las formas cognitivas asociadas a procesos representacionales, es conveniente resaltar que estas no son las únicas formas de abordar la cognición, luego entonces, si la cognición puede contener fenómenos contradictorios, no sistemáticos, incoherentes y si se quiere irracionales, como lo acabamos de demostrar, es necesario aclarar que todos estos aspectos contienen procesos representacionales.
Una creencia, de la naturaleza que sea, implica un proceso interpretativo explícito por parte del sujeto: existe en el sujeto una forma de referirse al evento en su intento de dar cuenta de él.
Este tipo de funcionamiento cognitivo puede ser particular del ser humano, ya que nuestra especie construye interpretaciones sobre el mundo y opera sobre este con una serie de signos mediacionales, por ende, el ser humano gracias a su función simbólica puede establecer mayores distancias espaciales y temporales con los eventos del mundo y por eso puede construir una cantidad de información que supera los estrechos límites de la presencia desnuda de los datos, pero nuevamente lo cognitivo no está asociado, ni restringido a la especie humana, ni a las creencias, o formas mediacionales de la función simbólica, verbigracia, los animales y las especies no humanas pueden poseer otras formas de conocimiento, pero éstas son igualmente cognitivas.
Esta formulación es solo un esbozo que nos prepara para los siguientes apartados. Niveles de lo cognitivo. A manera de síntesis, los diversos roles que se le atribuyen a la cognición en la generación emocional pueden agruparse básicamente en dos corrientes: 1 La que asume a lo cognitivo como elemento constituyente2 de las emociones por ejemplo, como creencias que las preceden y determinan o lo equipara con un conocimiento explícito que modula la experiencia emocional como en el caso de los procesos de valoración complejos involucrados en las emociones secundarias ; 2 aquella que considera las emociones, no como fenómenos que incluyen procesos cognitivos, sino como formas de cognición por sí mismas.
Aunque todas las propuestas que se sitúan en el primer grupo comparten su énfasis en los elementos cognitivos como componentes de las emociones, algunas varían respecto a la forma en que la cognición es determinante para estos procesos.
Independientemente del protagonismo que le otorguen a la cognición, o el nivel de consciencia que establezcan para las creencias, es de resaltar que en la primera corriente se enfatiza el carácter influyente aunque ajeno a la emoción de las creencias en tanto potenciadores o moduladores de la respuesta emocional, en cambio, en su sentido más radical, las propuestas del segundo grupo identifican a las emociones como juicios o creencias evaluativas, caso en el cual las emociones no solo se relacionarían con dichas formas cognitivas superiores sino que en sí mismas serían asumidas como un tipo de juicio evaluativo Nussbaum, ; Solomon, a.
Ilustremos de manera simple estas dos aproximaciones de la relación entre lo cognitivo y lo emocional, repitiendo algunas ideas ya dichas. Si nos encontramos en la sala de espera de un hospital al que hemos ido para acompañar a un amigo o a un pariente que está siendo sometido a una intervención quirúrgica de alta complejidad, las ideas o el conocimiento que podamos tener sobre la operación medica pueden acrecentar la intensidad de emociones particulares.
Los conocimientos sobre la operación, sobre el nivel de efectividad, sobre las posibles consecuencias de las fallas médicas, sobre el prestigio de la institución de salud, etc. Este caso ejemplifica una manifestación particular de lo cognitivo en la que éste afecta, en forma de creencias o información, el desencadenamiento de una emoción específica Brady, Sin embargo, los conocimientos que tenemos sobre una situación no siempre operan de manera explícita, a pesar de que estén estructurados de una manera igualmente compleja.
Para ilustrar este tipo de casos y su posible influencia en los estados emocionales podemos pensar en los prejuicios o en ciertos juicios morales que realizamos de manera rápida y con muy poca reflexión: podemos oponernos contra cierto personaje que representa un determinado partido político o población, simplemente porque a ellos se ha asociado un particular prejuicio, en consecuencia, el solo hecho de oír sus argumentos nos puede producir ira por la desfachatez que siempre descubrimos en sus palabras, de la misma manera, nos puede producir indignación un abuso de poder o una escena de miseria que genere en nosotros alguna sensación de conmiseración.
En estos casos no es necesario que tengamos una conciencia explicita o una racionalización específica de lo que sucede, sino que es suficiente aceptar simplemente que nuestra emoción expresa un rechazo por la violación de ciertas reglas o derechos de los otros.
Las formas complejas de conocimiento no siempre tienen que hacerse conscientes para poder tener fuerza coactiva; si pensamos, a manera de ejemplo ilustrativo, en las reglas de la gramática y la ortografía, que a todos nos fue enseñada, entenderemos mejor nuestra argumentación: las personas que poseen una ortografía notable, no siempre hacen explícitas las reglas que aprendieron, por el contrario, el proceso de aprendizaje de la regla posibilitó una automatización que el sujeto solo actualiza.
Piense el lector si cree tener una muy buena ortografía cómo opera al escribir y cómo resuelve sus dudas sobre la correcta forma de escribir una palabra: en muchos casos, la estrategia es simplemente escribir la palabra de manera automática, sin dejarse contaminar por otros recuerdos, ello explica que las reglas no se consideran y aplican explícitamente en cada caso, solo se ejercitan de manera automática y por medios particulares.
Pero estas dos formas de entender la cognición y sus relaciones con lo emocional no son las únicas y no contemplan todas las posibles variantes de esta relación, por el contrario, existen muchas otras formas emocionales que se expresan sin que el sujeto tenga una idea explícita de su significado, así pues, si pensamos en los niños pequeños o en los animales superiores se puede entender a que nos referimos: un animal puede mostrar sus dientes a manera de amenaza a un extraño que invada su territorio siempre y cuando el invasor sea un macho que cometa esta imprudencia en ciertos periodos de celo, o en ciertos momentos particulares, si esa misma conducta de invasión es cometida por una hembra, en los mismos momentos, la reacción esperada será completamente opuesta a la descrita anteriormente.
Después de esta diferenciación de procesos cognitivos y de su relación con los procesos emocionales podemos volver unas líneas más arriba y formular de manera algo más clara nuestras ideas de lo cognitivo. Lo cognitivo, desde una perspectiva amplia, debe entenderse entonces como las maneras en las que un organismo selecciona y procesa la información de su ambiente o el modo de actuar ante este de forma estable y regular, por consiguiente, bajo esta caracterización podemos incluir en lo cognitivo tanto las formas perceptivas de los organismos inferiores como las argumentaciones explicitas de los grandes científicos o grandes pensadores de la humanidad.
Si dentro de lo cognitivo pueden incluirse tanto las formas de percepción y discriminación de los animales no-humanos, como las formas más complejas, es claro que existen algunos criterios para su diferenciación y su clasificación, los cuales por ahora simplemente establecemos de manera gruesa según sea el grado de participación de los conocimientos y las creencias, al igual que según sea el grado de conciencia necesaria para su manifestación.
Al igual que pueden establecerse formas diferenciales o niveles de lo cognitivo, se pueden establecer expresiones emocionales distintas: entre más elemental sea la expresión emocional, más elemental es su componente cognitivo y más evidentemente puede ser observada a través de sus manifestaciones corporales; la oposición radical de los fenómenos se disipa al sugerirse la existencia de niveles diferenciales de la cognición y maneras variadas en las que se expresa el componente emocional.
El paso siguiente es avanzar hacia una propuesta de clasificación de las emociones teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora. Emociones básicas, complejas y el comportamiento moral. En la literatura sobre las emociones se han propuesto diferentes criterios para su clasificación; algunos de los parámetros que se han empleado en la elaboración de taxonomías particulares hacen referencia a aspectos como las funciones adaptativas4 que las caracterizan, los componentes del episodio emocional, su carácter de innatez o de aprendizaje o el nivel de complejidad cognitiva en que se expresan.
La clasificación entre emociones básicas y complejas tiene sentido si se asumen las emociones como entidades discretas y se dividen de acuerdo al nivel de participación cognitiva asociado a cada una de ellas. Aunque ya se ha dicho que todas las emociones implican cognición, es claro que no todas están relacionadas con procesos cognitivos complejos propios de los seres humanos con mayor desarrollo ontogenético.
Es en concordancia con esta última afirmación que los modelos de la emoción frecuentemente hacen una distinción entre a emociones básicas o fundamentales y b fenómenos emocionales más complejos como las emociones secundarias o auto-conscientes5 ej.
vergüenza y culpa que frecuentemente involucran procesos cognitivos de orden superior Izard, En ciertos momentos esta categorización puede ser tan marcada que incluso algunos autores como Clark y Griffiths han argumentado que las teorías generales de la emoción deberían ser eliminadas de la psicología científica para ser reemplazadas por al menos dos teorías separadas que den cuenta de cada tipo de emoción Clark, Aunque tradicionalmente han sido seis las emociones aceptadas dentro de esta categoría:.
Lo que nos atañe aquí, sin embargo, es que pese al reconocimiento de la dificultad de alcanzar un consenso sobre cuáles deberían ser las emociones básicas, nuestra argumentación nos ha conducido a aceptar esta inicial y gruesa diferenciación entre emociones básicas y complejas; ahora, es momento de avanzar con algunas características que se proponen para definir cada uno de estos tipos de emociones.
Este tipo de emociones se caracterizan por tener expresiones faciales prototípicas y universales asociadas generalmente con reacciones evolutivamente adaptativas y por su aparición temprana en la historia del desarrollo ontogenético, es así como, respecto a este último aspecto y de acuerdo con la teoría del desarrollo cognitivo Clark, , se considera que las emociones básicas emergen principalmente durante el primer año de desarrollo mientras que las complejas lo hacen mucho después entre los 18 meses y los cuatro años de edad y solo cuando se han cumplido algunos prerrequisitos cognitivos, dentro de los que se destaca la capacidad para reconocer e internalizar normas, la capacidad de autoconciencia y, por supuesto, el nivel de desarrollo de la teoría de la mente.
Obviamente, como ya lo hemos señalado, el unificar las emociones complejas con categorías tan amplias puede generar infinidad de controversias. Es claro que el proceso de internalización de normas, por ejemplo, puede darse de muy variadas maneras según el nivel de desarrollo cognitivo en que se encuentre el sujeto y lo mismo podemos afirmar sobre los procesos de autoconciencia o la capacidad de entender la perspectiva y las intenciones de los otros, pero si dejamos claro que nuestro propósito no es adelantar una descripción precisa del desarrollo ontogenético, sino delimitar las maneras en cómo se podría hablar de las emociones y avanzar en una caracterización de las emociones morales, podemos pasar por encima cualquier dificultad que pueda generarse con la formulación de categorías tan gruesas como las presentadas en las líneas anteriores.
Si las emociones básicas tienen un carácter más elemental y pueden presentarse en los momentos del desarrollo donde la influencia cultural es reducida, al igual que pueden atribuirse a especies no-humanas, podemos afirmar de ellas que tienen un carácter universal y que pueden ser contempladas a partir de expresiones corporales directas que en el caso humano se manifiestan de manera más notoria mediante expresiones faciales.
En la medida en que en la expresión de las emociones participen procesos cognitivos de mayor complejidad, o normas particulares que influyen en su regulación, su manifestación se evidenciará en espacios o poblaciones más restringidas, al igual que en muy diferentes sensaciones experienciales, así, al darse acompañadas de procesos con los que se identifican las culturas, es claro que las emociones complejas pueden tener una menor universalidad Clark, ; Lewis, , , además de que sus formas de expresión no necesariamente se darán a través de expresiones faciales Izard, Pero si inicialmente se propone esta amplia clasificación de los fenómenos emocionales para diferenciar de manera clara ciertos procesos según la especie o el nivel de desarrollo cognitivo, esto no significa que únicamente en un momento particular habrá de manifestarse una de las formas emocionales descritas y solo en las maneras en como las hemos descrito, en otros términos, nuestra identificación inicial de las emociones básicas con un periodo inicial del desarrollo no nos debe llevar a pensar que solo en estos momentos primitivos del desarrollo se han de encontrar de manera única y exclusiva estas expresiones de la afectividad.
La ira, la tristeza o cualquiera de las emociones básicas que se propongan no son exclusivas de los primeros momentos del desarrollo, solamente en estos momentos se presentan de manera fácilmente identificable con una manifestación corporal y son desencadenadas por estímulos de reducida complejidad.
Las emociones básicas son el sustrato más elemental en que se pueden presentar las emociones, pero obviamente estas pueden manifestarse de acuerdo a estímulos o eventos que el sujeto valore según su particular estado de desarrollo cognitivo, a modo de ejemplo, si un niño puede sentir tristeza por la no percepción de su mamá en un momento de necesidad o de dolor físico, un adulto puede manifestar la misma emoción o cualquier emoción básica por situaciones más complejas como una historia escuchada, un marcador no agradable de un evento deportivo o un resultado político Ekman, ; Izard, ; Izard et al.
Muchos de los estímulos naturales que operaban de manera general en la infancia pueden presentarse con las mismas características en adultos. Las emociones básicas, por su naturaleza elemental, pueden ser generadas por estímulos inmediatos en sus formas más primitivas, claro está al igual que están estrechamente ligadas a la acción y la respuesta inmediata por parte del individuo, mientras que las emociones complejas, por su parte, nos conducen a niveles de no muy precisas significaciones, además de una relación no muy clara de sus vínculos con la acción, ilustremos esta idea con un ejemplo: la aparición de una serpiente puede provocar gritos de pánico y desencadenar, en el sujeto que percibe el peligro potencial, una carrera desenfrenada en la dirección opuesta a donde se encuentra el mencionado reptil; de manera algo diferente, podemos entender el miedo que pueden tener sujetos particulares por la toma del poder político por parte de un individuo que puede ser calificado con adjetivos peores a los que se le pueden ofrecer a nuestro rastrero animal.
Igualmente, este miedo puede conducir a diferentes acciones, no asociadas del mismo modo a cómo se vinculan la emoción y la acción en las formas más primitivas, así mismo, alguna sensación de culpa moral puede conducir a muy diferentes conductas sin que haya un vínculo estrecho y generalizable entre el evento que la genera y la conducta consecuente.
Lo fundamental es que independientemente de las maneras en cómo se exprese una emoción, esta puede ser elicitada por procesos de significación y de estructuración cognitiva diferenciales, pero si esto es así con las emociones básicas, es claro que las emociones complejas no demandan la misma reciprocidad, en tanto estas últimas se expresan en aquellos sujetos que poseen determinadas capacidades cognitivas.
Si pensamos en la culpa o en sentimientos patrios, por ejemplo, es evidente que solo una persona que ha podido comprender nociones como pertenencia, patriotismo o determinadas reglas morales puede generar este tipo de sensaciones emocionales.
Con estas últimas reflexiones hemos cumplido nuestros propósitos y preocupaciones conceptuales, en ese orden de ideas, hemos ampliado los conceptos de lo cognitivo, lo que nos posibilitó establecer niveles diferenciales en las expresiones emocionales. De esta manera las aparentes oposiciones entre las posturas racionalistas y sentimentalistas se minimizan, al igual que las oposiciones entre las teorías fisiológicas y cognitivas de la psicología contemporánea.
Las reacciones automáticas, propias de especies no humanas y de niveles elementales de cognición, que eran ejemplificadas como meras respuestas corporales en las teorías fisiológicas, son reinterpretadas en la actualidad como expresiones emocionales de organismos que tienen formas cognitivas muy elementales: por su parte, las formas emocionales que expresan prejuicios, creencias, pasiones de largo aliento, o ideas contradictorias y pocos sistemáticas son expresiones propias de la especie humana y sus variadas formas cognitivas superiores.
Si bien esta propuesta puede permitirnos resolver algunas de las dificultades de las teorías expuestas en la primera parte del artículo, es necesario resaltar que este abordaje necesita solucionar una serie de detalles esenciales para el análisis de la conducta moral y para la comprensión de las emociones, en consecuencia, aunque hemos presentado una clasificación general sobre formas cognitivas y manifestaciones emocionales, es claro que muchas veces estas formas se presentan de manera mezclada y con una serie de efectos mutuos y de aspectos particulares que sería importante delimitar.
Con el ánimo de presentar algunos puntos finales de reflexión que demandarían detalles adicionales a nuestra propuesta conceptual se presentan los siguientes ejemplos: un primer ejemplo, se refiere a las relaciones de apego que un niño construye con su madre en los primeros dos años de vida y que pueden alterarse por información o por sesgos representacionales;9 de igual manera, dos amigos de infancia que se aman de manera intensa pueden ver afectado sus emociones mutuas si en su relación se involucra alguna perspectiva fanática sea de tipo político, o religioso que lleva a ver con diferentes ojos al grupo social al que pertenece el amigo.
Otro ejemplo que nos evidencia las complejas relaciones entre los diferentes momentos cognitivos y entre las diferentes formas emocionales se refleja en los casos de anorexia, o en los casos de movimiento no espontaneo de ciertas patologías; un esquizofrénico puede alterar las usuales formas expresivas y convertir su cuerpo en un dispositivo que expresa sus fantasiosas y rígidas formas representacionales.
Pero obviamente las relaciones entre las diferentes formas cognitivas y emocionales pueden operar de manera armónica, como es usual en la cotidianidad de la mayoría de las personas, donde las diferentes manifestaciones se hacen invisibles porque se integran de manera coherente, de igual manera esta propuesta conceptual demandaría estudiar las emociones morales complejas únicas de la especie humana, como la culpa, la compasión, la indignación, el resentimiento y ciertos comportamientos que muestran cómo se necesitan categorías y teorías más precisas para dar cuenta de las pasiones políticas, la psicopatía, la preocupación por el sufrimiento ajeno, el amor a propósitos de vida irrealizables y una serie de fenómenos que presentan toda una gama variada de componentes cognitivos complejos.
Tarea que esperamos abordar posteriormente como complemento a esta reflexión. Almeida, S. El contenido no-conceptual y la construcción de conceptos morales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
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En el presente trabajo se pretende evaluar el rol de los procesos cognitivos automáticos y elaborativos implicados en la regulación de emociones. Más Las emociones afectan al sistema cognitivo, y nuestros estados afectivos ayudan a la toma de decisiones. Emoción y cognición mantienen una This article describes the basic psychological processes by which emotions can influence attitude change. The first part of the review focuses on the link